La licencia Onimusha nació como una suerte de explotation de Resident Evil en el que cambiamos las armas de fuego por las espadas samurái. El éxito de la saga de zombis llevó a Capcom a pensar que sería buena idea hacer lo mismo, pero distinto. En lugar de zombis, demonios; y en lugar de la actualidad, el Japón feudal. De menor calado, los resultados fueron más que suficientes para que la compañía nipona se aventurase a crear una secuela que recuperamos ahora en una remasterización para los sistemas actuales.
Y parecía difícil (hablamos ya de la remasterización, no del original), porque el lavado cara del primer Onimusha pudimos disfrutarlo en 2019. Seis años han tenido que pasar para poder ver el remozado de su primera secuela. Obviamente si estamos en esta situación no se debe precisamente a los buenos números de Onimusha: Warlords en las consolas actuales, sino a la intención de despertar al fandom aletargado de cara al lanzamiento de Onimusha: Way of the Sword, la novísima entrega de la franquicia que veremos de aquí a unos meses.
Uno de los aspectos más interesantes de este Onimusha 2 (de cara a cualquiera que quiera aventurarse en la franquicia) es que, aunque se trata de una secuela directa del anterior juego (que podéis encontrar con relativa frecuencia a ocho o nueve euros en tiendas digitales), su protagonista, Jubei Yagyu, es nuevo y parece tan perdidos como nosotros al arrancar la aventura. De todas formas, apenas se nos da tiempo para aclimatarnos, pues después de un vídeo de presentación (muy de la época) en el que vemos personajes e intuimos acontecimientos, ya debemos dar espadazos para salvar la vida y jurar venganza por la destrucción de nuestro hogar, que no es otra sino la premisa de la aventura.
La experiencia de Onimusha 2 es muy similar a la de su lanzamiento en el cada vez más lejano 2002, porque no estamos ante un remake o similar, sino ante una remasterización muy fiel en términos de estructura. La puesta al día radica en el manejo de los controles y en el apartado visual. Imaginad no solo el primer Onimusha, sino sagas como Tomb Raider o Soul Reaver. Con sus respectivas diferencias (y ambiciones) el objetivo es el mismo: ofrecer una experiencia lo más apegada a la original, pero ofreciendo las mejoras de calidad de vida acordes al mercado actual.
Por suerte (entendedme) Onimusha no es Resident Evil y el control tanque de las primeras entregas de aquella no se trasladó a Onimusha 2, que, aún manteniendo el sistema de encuadres y cámaras fijas (en algún momento os van a frustrar bastante, sobre todo contra los jefes), permite un movimiento más fluido, acorde a una propuesta más enfocada en la acción, sin llegar al frenetismo de los hack & slash aunque apuntando en esa dirección; y en la que podemos alternar entre diferentes tipos de ataques y habilidades únicas para cada tipo de arma con la que nos equipamos.
A este respecto, una de las novedades que presenta el remaster (quizás una de las que más vamos a apreciar) es que el cambio de arma se ha automatizado pulsando un solo botón. Ya no tenemos que entrar en el menú para equipar o desequipar nuestra arma principal. Y al contrario, la transformación en oni cuando adquirimos cierto número de orbes, ya no es instantánea, sino que podemos activarla cuando nos convenga. Esto nos da mayor margen de acción en un juego en el que los combates no están exentos de cierta estrategia, pues conviene medir bien el timming de los enemigos para clava los bloqueos y posteriores contraataques o para mantener la distancia de cara a nuestro siguiente golpe.
Añadidos interesantes que nos facilitan las cosas (junto al autoguardado) en una aventura que ronda las diez horas (alguna menos si ya conocéis el original y no vais a por el 100%) y que propone nuevos niveles de dificultad respecto al original, pudiendo abordar la partida en fácil, normal o difícil… además de un modo infierno en el que morimos de un golpe o uno crítico que nos obliga a matar a los enemigos con golpes críticos. Modos que influyen notablemente en la rejugabilidad del título.
A nivel visual, como podéis ver en las capturas que acompañan este texto, la mejora es evidente respecto al original de PlayStation 2. Insistimos en que no se trata de un rework del juego original, sino que se ha trabajado sobre aquel, así que lo que nos encontramos es un lavado de cara de los modelados y los fondos prerrenderizados. Es decir, se nota que es un juego ya con sus años encima, pero luce muy bien. Porque quien entre en Onimusha sabe a lo que va. No es una novedad, sino un ejercicio de actualización y preservación del videojuego para hacer accesibles clásicos del medio a los formatos y jugadores actuales.
Analizada la versión de PlayStation 4
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